El bajo coste y las ventajas del efectivo frenan su desaparición

El «boom» de los medios de pagos digitales ha puesto en entredicho la supervivencia del efectivo. La generalización de las nuevas tecnologías y el auge de la banca digital han revolucionado los hábitos de los consumidores, y gobiernos y reguladores han visto en el dinero electrónico una forma de luchar contra el fraude y la economía sumergida. Así, el mundo parecía caminar decidido hacia el fin del uso de las monedas y los billetes; sin embargo, las ventajas y el bajo coste del efectivo están frenando su desaparición.

«La pervivencia del uso del efectivo no está relacionada solo con viejos hábitos, sino también con ventajas de conveniencia y coste», concluye un estudio internacional hecho por los economistas Santiago Carbó y Francisco Rodríguez Fernández para la International Security Ligue, asociación global de compañías de seguridad privada, y que analiza el coste e impacto social de usar el dinero en metálico frente a las tarjetas de débito en un total de 52 países, en su mayoría europeos.

 Este informe demuestra que el coste unitario de una tarjeta de débito es 2,8 veces mayor que el del efectivo a nivel mundial. En concreto, para una transacción media de 59 dólares en un comercio, el uso de una tarjeta de débito en esa operación conlleva un gasto de 1,52 dólares, el 2,585% del total. En cambio, para el efectivo ese coste se reduce a 0,54 dólares, el 0,935%. Solo en Europa, esa diferencia es ligeramente superior, al ser el coste de las tarjetas tres veces superior al del efectivo.
Las ventajas y el bajo coste del efectivo están frenando su desaparición
La mayor parte del coste que asume un consumidor por su tarjeta está ligada a la cuota de mantenimiento anual que le cobra el banco, aunque también acarrea otros como los ligados a eventuales problemas de seguridad y fraude. En el caso de los comercios, al aceptar pagos con tarjeta soportan una tasa de descuento y el gasto en datáfonos. En España, esa tasa que abonan los comercios a las entidades ha bajado mucho más que en otros países, del 1,59% de media que se abonaba en 2002 al 0,45% actual, según datos del Banco de España. «Reducir esa tasa ha sido la medida de muchos países para reducir el coste de las tarjetas», explica Carbó.

Para el caso del efectivo, los consumidores pagan comisiones por retirar dinero en los cajeros, además del coste del tiempo de desplazarse al cajero. «En España, por la densidad de cajeros, no es necesario, pero en Estados Unidos, por ejemplo, hay que desplazarse en coche», detalla Carbó. Los comercios acarrean con el coste de trasladar el efectivo al banco, por ejemplo.

La conclusión del estudio es que las transacciones en efectivo son claramente más baratas y solo desde 200 dólares esa brecha empieza a acortarse. Los pagos «contactless» son la alternativa digital más cercana al efectivo en pequeñas cuantías. Pero, además, los autores señalan otras ventajas del efectivo, como la privacidad y el control sobre las finanzas que ofrece y ser un elemento de integración social. Frente a la etiqueta que pesa sobre el efectivo de que es fuente de economía sumergida, Carbó rebate que el fraude fiscal y el blanqueo de capitales también se produce a través de cuentas bancarias.

Más retiradas en los cajeros

«El número de pagos electrónicos está aumentando en términos de porcentaje sobre el total, pero en términos absolutos el efectivo no está disminuyendo», dice Carbó. Las estadísticas del Banco de España confirman esta tendencia: el número y volumen de operaciones con tarjetas y el parque de tarjetas en circulación no dejan de crecer y están en cifras récord, pero las retiradas en cajeros suman seis años al alza.

Hay cierto mito de que el efectivo está quedando relegado a ser un plan B frente a eventuales problemas. Los autores del estudio niegan esto y señalan que pervive en transacciones cotidianas, como fuente de ahorro y por el control y la privacidad que ofrece a los consumidores, entre otros motivos.

Pese al avance de los pagos digitales, las autoridades de todo el mundo parecen estar dando un paso atrás en sus planes de acabar fulminantemente con el efectivo. Según Carbó, Estados como Nueva York, Washington, Pensilvania y California han prohibido a los comercios que veten el uso del efectivo en los pagos. «Se está dando un paso atrás porque las autoridades se han dado cuenta de que el efectivo es un elemento integrador», añade.

Fuente: ABC

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