El ejercicio 2023 ha cerrado con un incremento de la facturación del 6,4% en términos interanuales, alcanzándose 4.918 millones de euros.
Por actividades, el segmento de Vigilancia logró una facturación de 2.863 millones, tras registrar un crecimiento del 4,4% respecto al año anterior. El área de Sistemas y Alarmas también experimentó un incremento de la facturación, del 9,8%, hasta los 1.734 millones. De la misma manera, el sector del Transporte de Fondos constató un crecimiento del 6,6% durante este periodo.
De cara al ejercicio 2024, las previsiones apuntan a que el sector continuará en una senda favorable y se estima que cerrará con un crecimiento de la facturación en torno al 4% para el conjunto de la industria y de un 3,5% en el segmento de Vigilancia. Conviene señalar que estas estimaciones están sujetas a las actuales y diversas incertidumbres en el escenario político y económico del país, así como al desarrollo de los diversos conflictos bélicos en curso.
La procedencia del negocio en el ejercicio 2023, pese a verse reducida en el ámbito público, situándose dos puntos porcentuales por debajo del último ejercicio analizado, refleja una fuerte predominancia del sector privado, con un 76%. A su vez, la facturación de las Administraciones Públicas muestra que el 50% procede de empresas públicas, mientras que la Administración Estatal aporta el 17%, la Administración Autonómica el 22% y el restante 11% procede de la Administración Local.
En cuanto a los segmentos de demanda en Vigilancia, destaca Infraestructuras de Transportes con un 17,5% de la facturación. Comercio ha aumentado respecto al año anterior y se sitúa en un 17,3% de la facturación. A este le sigue Industria y Energía con un 16,6%. A continuación, Servicios representa el 12,7%, Administración Pública supone el 12,6% de la facturación y, tras este, se sitúan Entidades Financieras y Residencial con un 7,3% y un 7,1%, respectivamente.
El número de empresas distribuidas por todo el territorio nacional asciende a 1.547, de las cuales 1.329 han sido autorizadas por el Ministerio del Interior, 198 por la Generalitat de Catalunya y 20 por el Gobierno Vasco.
Un dato continuado en el tiempo que revela la situación de atomización del sector es la información publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el cual señala que un 84,9% de las empresas tienen menos de 50 trabajadores.
El número de vigilantes de seguridad privada en activo ha registrado un incremento del 0,8% respecto al año anterior y se han alcanzado los 89.750 profesionales, de los cuales el 95% dispone de una modalidad de contratación de carácter indefinido, muestra de la histórica apuesta del sector por procurar la estabilidad en el empleo.
La edad media de los vigilantes de seguridad privada se sitúa en los 49 años y el 16% son mujeres, subiendo este colectivo un punto porcentual respecto al año anterior. En materia de formación, un 6% ha cursado estudios universitarios (licenciatura/diplomatura), mientras que el 94% restante tiene formación en FP, Bachillerato y/o Enseñanza Obligatoria.
El sector de la seguridad privada contempla la competencia desleal y la baja rentabilidad del negocio en un entorno continuo de inseguridad jurídica como las tres principales debilidades y amenazas. Además, una contratación pública ineficiente y el persistente intrusismo laboral, junto con el excesivo intervencionismo estatal en la regulación de los costes básicos en los gastos de personal, siguen siendo factores que ponen en riesgo la rentabilidad del sector. A esto se le suma la actual incertidumbre económica, la escasez de recursos humanos en ciertas zonas geográficas y los crecientes riesgos en ciberseguridad como nuevas amenazas emergentes.
Por otra parte, el ámbito de la seguridad privada valora como una fortaleza su capacidad de generar empleo de calidad a medida que se refuerzan y/o generan nuevas líneas de actividad, así como el estrechamiento en la colaboración entre el sector público y privado. Esta sinergia se ha convertido en una pieza clave, ya que las Fuerzas de Seguridad del Estado requieren el respaldo proporcionado por la seguridad privada para atender las crecientes demandas de seguridad de la sociedad contemporánea. La cooperación entre profesionales de la seguridad de distintos ámbitos se está incrementando paulatinamente debido a los excelentes resultados conseguidos con esta colaboración.
Además, otra de las fortalezas que caracterizan al sector es la mejor y mayor gestión de la información y el aprovechamiento de la tecnología para su aplicación a los diferentes procedimientos del negocio. La creciente demanda de mayores y nuevos servicios de vigilancia privada, sugerida tanto por la ciudadanía como por la seguridad pública genera oportunidades significativas de crecimiento. Esto se relaciona con nuevas oportunidades de negocio basadas en la aparición de nuevas soluciones tecnológicas que contribuyen a la optimización y mayor eficacia y eficiencia del servicio.
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