El efectivo no solo es necesario para evitar que las personas sufran exclusión digital y financiera, sino que los billetes y monedas también son importantes para que la actividad del país siga su curso.
El pasado 18 de noviembre la caída del sistema Redsys, la plataforma que conecta a la mayor parte de los bancos españoles entre ellos, sus cajeros, datáfonos y Bizum, recordó a los usuarios los riesgos asociados a una dependencia exclusiva de los sistemas de pago digitales. El bloqueo afectó a prácticamente todo el sistema de pagos español y, al parecer, tampoco funcionaron los sistemas de back up. Durante unas horas no pudieron efectuarse operaciones de pago con tarjeta ni transferencias electrónicas dejando impotentes a los usuarios de estos medios de pago. Sin embargo, en un mundo cada vez más digital, el efectivo demostró su relevancia y fortaleza. Los billetes y monedas se convirtieron en la única forma de realizar transacciones seguras y confiables, desafiando la dependencia de la tecnología.
Sin ánimo de alarmar, se trata del segundo incidente en pocos días tras el robo masivo de datos de clientes vinculados a una conocida plataforma de inversión. Otro caso reciente de una compañía aérea expuso los datos de las tarjetas de crédito de decenas de miles de clientes, lo que nos alerta del problema de privacidad vinculado a los medios digitales. Ningún sector está a salvo de estos incidentes, aunque el papel del sector financiero y de los sistemas de pago es esencial en nuestros días.
Vivimos en una era digital y el uso generalizado de tecnología basada en la interconexión de datos abre nuevos horizontes, pero estos sistemas, como hemos visto, son a la vez vulnerables por errores de diversa naturaleza, caídas del servicio o problemas de ciberseguridad, a pesar de su consideración como actividades e infraestructuras críticas. En este contexto, el dinero en efectivo es una forma de seguridad y protección frente a problemas tecnológicos y ciberataques, y esencial en momentos de crisis, ya sea por catástrofes naturales o problemas geopolíticos.
Las entidades financieras y la expansión del comercio electrónico han impulsado la innovación de los pagos digitales de manera importante durante la última década, especialmente durante la pandemia de covid, propiciando un descenso en el uso del efectivo para transacciones, si bien como muestran los datos del BCE la demanda de efectivo como reserva de valor no ha disminuido desde el lanzamiento del euro. En este sentido, diversas encuestas ponen de manifiesto que una mayoría de los ciudadanos consideran el efectivo como medio de pago muy relevante en su día a día y no quieren su desaparición, destacando además que el efectivo es un medio de pago que siempre funciona.
Los incidentes mencionados nos recuerdan que el efectivo no solo es necesario para evitar que las personas sufran exclusión digital y financiera, sino que los billetes y monedas también son importantes para que la actividad del país siga su curso. Si se eliminaran la electricidad y las telecomunicaciones, el efectivo sería inicialmente el único medio de pago viable. Por este motivo, un buen número de Gobiernos y Bancos Centrales sugieren a sus ciudadanos mantener en casa una reserva suficiente de efectivo para cubrir los gastos básicos precisos para afrontar situaciones inesperadas durante un plazo de tiempo acorde con sus necesidades.
La Comisión Europea en su propuesta sobre el curso legal del euro físico considera el efectivo como un bien público y en este contexto cada vez más países europeos piensan que, siendo a su vez un derecho esencial, es imprescindible asegurar que la infraestructura del efectivo funcione adecuadamente en tiempos normales para asegurar su utilización en casos de crisis. Además de las acciones en este sentido iniciadas en países como Reino Unido, Holanda o Austria, cabe mencionar que el Banco Central de Suecia, país con un preocupante bajo porcentaje de uso del efectivo, alertaba hace solo un mes al Gobierno sobre la urgente necesidad de reformar la legislación nacional para consolidar el papel del efectivo en el país.
La rápida transformación y digitalización del mercado de pagos, con nuevos actores, nuevas tecnologías y cambios en los hábitos de pago, requiere que se garantice que el efectivo, la forma física del dinero del banco central, permanezca presente, disponible y aceptado por todos los residentes y empresas de la zona del euro. Para ello es imprescindible además disponer de una adecuada infraestructura del ciclo del efectivo que garantice su funcionamiento en circunstancias normales asegurando así que esté operativa en caso de contingencia.