La III edición de las Jornadas de la Seguridad Privada en Navarra fue inaugurada por el delegado del Gobierno de España en Navarra, José Luis Arasti, el coronel jefe de la Guardia Civil de Navarra, Santiago Martín, y el jefe superior de Policía de Navarra, José María Borja. En su intervención, Arasti afirmó que “reconocer vuestra labor y vuestra contribución a la seguridad colectiva, y por lo tanto a la paz social, es el objeto de esta jornada que hoy conmemoramos como expresión de reconocimiento a las empresas y a los profesionales del sector que complementan el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”, dijo. Según señaló, “vuestro trabajo está presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana, desde la protección domiciliaria hasta la salvaguarda de infraestructuras que son fundamentales para nuestro país, de modo que vuestra labor es indispensable para la prevención de delitos y para la protección tanto de las personas como de los bienes”.
“Gracias a todos por vuestra dedicación, profesionalidad y compromiso con nuestra seguridad. Sois un pilar más de la defensa de nuestro país y un apoyo esencial para los cuerpos policiales”, apuntó.
También puso en valor el “peso creciente del sector”, ya que en 2021 había en España 1.571 empresas de seguridad privada que facturaron más de 4.400 millones de euros, lo que supuso un 5,1% más. En total, había 87.500 vigilantes de seguridad en activo, con un 86% de hombres y un 14% de mujeres. En Navarra, son 21 las empresas de seguridad privada y “tanto la facturación como el personal crecieron también ligeramente en 2021”.
El discurso por parte del Sector de la Seguridad Privada fue desarrolllado por José Ramón Muñoz, Presidente de APROSER en la Comunidad, cuyos mensajes reproducimos seguidamente de forma literal:
Excelentísima Señora Delegada del Gobierno en Navarra, Consejera de Interior, Función Pública y Justicia del Gobierno de Navarra, autoridades civiles y militares, representantes de las fuerzas y cuerpos de seguridad, personas premiadas, familias, compañeros y compañeras:
Es un placer y un honor dirigirme a Ustedes en la celebración del Día de la Seguridad Privada, un acto oficial que nos brinda la oportunidad de expresar nuestro reconocimiento a profesionales cuya labor diaria garantiza la seguridad y el bienestar colectivo. Un acto que no es solo protocolario, sino profundamente sentido y justo.
Permítanme, antes de nada, felicitar especialmente a quienes hoy recibís una merecida distinción y que quiero extender también a vuestras familias. Porque su apoyo incondicional en vuestro día a día es fundamental y merece, por ello, también, nuestro más sincero agradecimiento.
La razón de ser del Día de la Seguridad Privada es, precisamente, rendir tributo a quienes —desde la vocación, la profesionalidad y el compromiso— representan cada día los valores esenciales de nuestra actividad.
Sus actuaciones silenciosas pero decisivas, su disposición constante a servir, su capacidad de ayuda y prevención del delito, y su implicación social hacen posible que millones de personas puedan desarrollar su vida cotidiana en entornos seguros. Una realidad que la ciudadanía percibe cada vez más con claridad en los resultados de nuestro último estudio sociológico, finalizado hace escasos días: 9 de cada 10 de las personas encuestadas declara sentirse más segura cuando hay vigilantes de seguridad presentes, y a un número similar les gustaría vernos también en sitios donde todavía no estamos. Esa confianza social es, en sí misma, el mayor respaldo que se puede recibir.
Hoy, como siempre, debéis ser protagonistas indiscutibles de esta jornada: tanto quienes vestís uniforme como también quienes ejercen otras labores técnicas, organizativas o de apoyo a vuestra función.
Como les comentaba, ya la inmensa mayoría de los ciudadanos consideran que los vigilantes son personas a las que pueden acudir cuando se encuentran en situaciones de aparente riesgo, siendo esta una percepción que se ha ido consolidado con el paso de los años. Y esa cercanía humana nos distingue, os distingue, tanto como la eficacia en vuestro quehacer cotidiano, a pesar de que, todavía en muchas ocasiones, quedamos excluídos en diversos actos de reconocimiento público institucional, tras haber colaborado en primera persona y con una gran exposición, a riesgos personales en la solución de incidentes traumáticos, tal como sucedió en los atentados de aquel fatídico 11M en la estación de Atocha en Madrid.
Por ello, este Acto adquiere para nosotros una mayor relevancia y, en todo caso, la celebración de este día es también una oportunidad para reflexionar sobre nuestra realidad y los desafíos que afrontamos como parte esencial del modelo global de seguridad, y poder trasladar estas reflexiones a personas tan cualificadas como las presentes. Y por eso, me gustaría aprovechar esta ocasión para destacar algunos grandes retos fundamentales que marcarán el presente y el futuro inmediato de vuestra profesión y de la seguridad privada en España en general.
En primer lugar, un hito histórico: el nuevo impulso de la profesionalización del sector y, por lo tanto, de un mayor y mejor reconocimiento de la profesión. Tras años de esfuerzo colectivo, se ha logrado la implantación inicial del título de Formación Profesional «Técnico en Seguridad», aprobado en julio de 2023 y actualmente implantado ya con éxito, en Canarias, la Comunidad Valenciana y Aragón, estando ya programada para el curso 2025-206 la incorporación de otras tantas Comunidades Autómas. Esta titulación constituye un avance exponencial, no solo en términos educativos, sino también en la captación de talento joven y diverso para nuestro sector.
Esta nueva formación reglada de dos años de duración y 2.000 horas lectivas y de prácticas en empresas usuarias, permitirá a los futuros profesionales adquirir competencias esenciales en distintos ámbitos, especialmente en aquellos tecnológicos, sociales y comunicativos, imprescindibles para los retos del siglo XXI.
Confiamos, por ello, que las autoridades competentes adopten los pasos necesarios para que esta titulación se incorpore a la oferta educativa en nuestra comunidad autónoma en un futuro próximo, adquiriendo las empresas de APROSER el compromiso de facilitar las prácticas laborales e, incluso, garantizar en buena parte la práctica total empleabilidad de los futuros y las futuras profesionales.
Es importante que el despliegue del nuevo título se vea acompañado de un entorno que permita un pleno desarrollo de las trayectorias profesionales. Porque la fidelización del talento y la proyección del orgullo de pertenencia al sector deben ser objetivos compartidos. Y todo ello exige una cultura institucional que reconozca la aportación de la seguridad privada como un verdadero servicio de valor público.
En este contexto, resulta necesario dotar de más recursos materiales y humanos a las autoridades responsables de los procedimientos administrativos relacionados con las habilitaciones. En un contexto de alta demanda de personal cualificado, es fundamental minimizar los retrasos en la incorporación efectiva de nuevos profesionales, demoras que persisten, pese a los esfuerzos llevados a cabo por las autoridades competentes. No nos podemos permitir el lujo de perder talento para la seguridad privada de nuestra Comunidad tan solo por temas burocráticos que tienen soluciones ágiles y factibles.
Por otra parte, resulta igualmente inaplazable referirme a la urgente necesidad de avanzar hacia una contratación pública verdaderamente responsable. Durante demasiado tiempo, la variable económica ha sido determinante en los procesos de adjudicación, ignorando las consecuencias que ello tiene en la calidad, la sostenibilidad del servicio y las condiciones laborales de las personas que prestan sus servicios, en especial, para la Administración Pública.
Al tiempo, las empresas del sector necesitan cláusulas contractuales que permitan revisar las condiciones económicas pactadas cuando haya cambios normativos imprevistos o circunstancias económicas excepcionales, como la gran inflación experimentada hace muy pocos años o, entre otras, los necesarios incrementos, pero extemporáneos, del Salario Mínimo Interprofesional, facilitando que estos impactos, de imposible previsión presupuestaria, no dificulten las mejoras salariales necesarias para el desarrollo y el atractivo del sector.
Asimismo, la obligada asunción de deudas derivadas de incumplimientos de anteriores contratistas, no conocidas al asumir un servicio la nueva empresa adjudicataria, ha generado una lógica e importante inseguridad jurídica para nuestras empresas. Inseguridad que debemos superar estableciendo claramente la responsabilidad de cada parte en la subrogación de contratos. Ello es imprescindible para que las empresas serias y solventes tengan algún incentivo para concurrir a todas las licitaciones con un margen suficiente para garantizar la estabilidad en el empleo y una certeza presupuestaria que posibilite invertir en formación especializada, innovación, y prácticas de excelencia para garantizar la calidad del servicio.
La contratación pública debe ser coherente con las políticas públicas de empleo digno, igualdad, diversidad, digitalización o inclusión. Y no se puede exigir al sector privado que sea motor de transformación si los procedimientos públicos contractuales no valoran suficientemente el cumplimiento de la normativa, la calidad del empleo o la incorporación de la innovación en la prestación de los servicios, y se limitan a ser generadores de meras subastas encubiertas poniendo el mayor énfasis en el factor precio ofertado. Además de exigir, deben dar ejemplo.
En tercer lugar, debemos reforzar el reconocimiento institucional de nuestro sector como parte estructural del sistema de seguridad. Una colaboración que ya es percibida como estructural, necesaria y visible.
La seguridad privada complementa, amplía y refuerza la seguridad pública, no solo desde el punto de vista operativo, sino también desde una lógica de corresponsabilidad. Porque vosotros y vosotras estáis presentes en estaciones de tren, metros, hospitales, aeropuertos, juzgados, instalaciones críticas, centros de menores …, entre otros muchos, y cada día más espacios y funciones, protegiendo a millones de personas en su día a día. ¿Se podría mantener la actividad de estos servicios públicos si los 85.000 actuales vigilantes de seguridad y 15.000 profesionales de seguridad de apoyo no estuvieran en sus puestos de trabajo?
Esta capilaridad territorial y operativa convierte al sector en un aliado estratégico imprescindible que crea cercanía y confianza, que no se limita solo a aportar sensación de seguridad, sino que garantiza una vida más confortable previniendo riesgos no deseables.
El desarrollo reglamentario pendiente desde la Ley de Seguridad Privada de 2014 constituye un reto normativo aún sin resolver. Si bien es cierto que no constituye la principal prioridad de nuestro sector, sí es cierto que su adopción, tras el previo pleno consenso con los actores implicados, permitiría actualizar el marco jurídico del sector a las realidades operativas y sociales actuales, y con ello facilitaría una mejor colaboración público-privada, redefiniría de forma precisa la dimensión de determinadas funciones y, en especial, dotaría de mayor seguridad jurídica a los profesionales del sector, avanzando en su necesaria mayor protección jurídica como agentes de la autoridad, un reto compartido por todos.
Esta visión de conjunto no estaría completa sin considerar el entorno europeo, cada vez más relevante. El rol de APROSER ocupando una de las Vice-Presidencias de la Patronal Europea de Seguridad Privada, nos permite constatar que Europa está reconociendo constantemente el papel estratégico que desempeña la seguridad privada como socio fundamental en la prevención de conductas no deseadas o en la protección de espacios, en especial los ocupados por infraestructuras críticas.
Una protección que los recientes acontecimientos que hemos atravesado, como el confinamiento debido al COVID (donde actividades cotidianas básicas nunca se hubieran podido realizar sin vuestra presencia y participación activa), la DANA y, por citar otro acontecimiento más reciente, el apagón vivido hace unas semanas, ha permitido poner blanco sobre negro la imprescindibilidad de vuestra profesión.
El 28 de abril se visibilizó con claridad la trascendencia de vuestro cometido en entornos críticos y en aquellos de gran concentración ciudadana. Un día en el que la garantía de poder disponer de dinero en efectivo, en lo que la seguridad privada en su actividad exclusiva de gestión y transporte de fondos juega un papel imprescindible, demostró el carácter esencial de este medio de pago para los ciudadanos. Algo garantizado gracias a las empresas y los y las profesionales de nuestro sector y, sin embargo, siempre amenazado por las grandes multinacionales de medios electrónicos, pero que no están ni dan respuesta cuando realmente más se necesitan.
Un papel estratégico que puede y debe traducirse, como el resto de las actividades de seguridad privada, en una consideración y tratamiento como servicios esenciales, y en una participación real en las políticas de seguridad, tanto en el ámbito nacional como internacional.
En este escenario de complejidad creciente, la gran mayoría de los ciudadanos considera necesaria una mayor presencia de seguridad privada tanto en la cotidianidad de espacios abiertos (zonas peatonales de gran actividad comercial, parques infantiles, colegios…) como en situaciones de alto riesgo, como emergencias climáticas o amenazas biológicas o terroristas, como en la asunción de nuevas funciones no críticas que liberen recursos de la seguridad pública para ser utilizados en actividades de un valor añadido diferencial.
Se manifiesta cada vez más un respaldo social que legitima nuestro papel como pilar esencial de prevención desde múltiples situaciones y con una demostrada capacidad de respuesta a muy diversas amenazas, siempre en coordinación con la seguridad pública.
También es esencial subrayar nuestra apuesta decidida por la diversidad, la inclusión y la sostenibilidad. La diversidad es un valor irrenunciable en sociedades avanzadas y abiertas, y nuestro sector debe reflejar plenamente esa realidad.
La inclusión efectiva de mujeres, personas de diferentes etnias y distintas capacidades, orientación sexual y otros colectivos menos representados, debe pasar de ser una aspiración a convertirse en una realidad habitual en todos los niveles. En el convencimiento de que el valor diferencial de perfiles diversos debe formar parte de la cultura de todas las organizaciones, precisamente ha sido nuestro Sector, liderado por APROSER, el mayor defensor de estos valores realizando Jornadas a favor de las políticas de Diversidad en todo el territorio nacional.
En cuanto a la sostenibilidad, el compromiso del sector debe expresarse, ante todo, en el estricto cumplimiento del convenio colectivo sectorial nacional como elemento de cohesión, equilibrio y referencia común en las condiciones laborales. Este marco constituye una garantía de estabilidad para los profesionales y de responsabilidad para los operadores del sector. Y demuestra la importancia del diálogo social de representantes de las organizaciones sindicales y empresariales, como vector de transformación de esta industria, y del que puede hacer gala nuestro Sector siempre llegando a acuerdos razonables y garantizando de esta manera la paz social necesaria para nuestros clientes y nuestros reguladores.
La sostenibilidad ambiental, por su parte, también debe seguir presente, pero sin olvidar que las Zonas ciudadanas de Bajas Emisiones deben marcar excepciones claras para nuestras actividades de prevención de delitos y transporte de efectivo. Por otra parte, el núcleo de nuestro servicio está basado en personas y dirigido fundamentalmente a personas (de ahí el logo de APROSER), y por ello, en el ámbito tecnológico, nuestra postura debe ser proactiva a la vez que prudente y equilibrada.
Porque la tecnología, como la inteligencia artificial o la ciberseguridad, que está transformando nuestra sociedad y nuestro sector, debe aplicarse siempre con criterios éticos y garantizando la protección de los derechos fundamentales.
La transformación digital en la que estamos inmersos es tan inevitable como beneficiosa, una apuesta compartida por todos, pero que debe llevarse a cabo desde principios claros de transparencia, legalidad y responsabilidad.
Porque no podemos ni debemos caer en la creencia de que la tecnología es la única solución frente a los nuevos riesgos y amenazas y no debemos obviar la necesidad de dotarnos de competencias críticas personales para utilizar las herramientas digitales al servicio del bienestar y la seguridad de las personas.
Voy concluyendo. Hoy reconocemos y celebramos méritos individuales extraordinarios, pero también hacemos una declaración colectiva de compromiso con un futuro mejor y más seguro. Un futuro que debemos construir entre todos: empresas, profesionales, agentes sociales, administraciones públicas, fuerzas y cuerpos de seguridad y sociedad civil.
Gracias a quienes hoy recibís estos reconocimientos. Sois un verdadero ejemplo de entrega que debe servirnos a todos de inspiración. De nuevo, gracias a vuestras familias por su apoyo incondicional y fundamental. Gracias a las empresas, sean proveedores o usuarios, que apuestan cada día por la calidad, la estabilidad y el cumplimiento estricto de la normativa laboral.
Gracias también a las administraciones públicas por escucharnos, por dialogar, y por impulsar finalmente marcos normativos que garanticen la seguridad física de los profesionales de la seguridad, la seguridad jurídica de las nuestras empresas y la excelencia en la calidad de prestación de servicios a nuestros clientes.
Gracias a los miembros de Policía y Guardia Civil por liderar este Acto, y para quienes queremos y debemos seguir siguiendo el mejor compañero de viaje posible desde nuestra máxima confiabilidad.
Gracias a las organizaciones sindicales que han permitido garantizar un marco de negociación colectiva sectorial de ámbito nacional, que es garantía de una paz social imprescindible en un sector colaborador de la seguridad pública.
Y, finalmente, gracias a todos y a todas por su presencia, su reconocimiento y su empatía. Actos como este nos recuerdan que la seguridad no es solo una función técnica: es una vocación, una responsabilidad compartida y una promesa de protección a la sociedad y a sus ciudadanos y ciudadanas.
Quienes formamos parte de este sector lo sabemos bien: estamos todos y todas, cada uno de los días del año, garantizando la seguridad y la protección en esta sociedad. Y lo hacemos con convicción, con la certeza de que nuestra labor es necesaria.
Con un enorme orgullo, enhorabuena a todas las personas premiadas.
Muchas gracias y feliz Día de la Seguridad Privada.
Presidente de Aproser Navarra – Rioja